En fin, yo sé que debería ser más literariamente productivo, pero en esta vida no siempre se puede tener lo que uno quiere, y el deber-ser --de acuerdo con lo que estos 26 años a bordo de mí mismo me han enseñado-- es un ideal que muchas veces vale la pena dejar para otro día en que la lívida galbana nos tenga menos adheridos al sillón.
Por eso (¿eso?, ¿qué "eso"?), este post no es un post. Tampoco es un anti-post. Es tan sólo un capricho de mi generosidad, que me invita a compartir con ustedes una cierta tipología que encontré en mis investigaciones de tesis. Es breve y no es precisamente espectacular. Pero es agradable y útil. Sé que la disfrutrán, que sabrán sacar provecho de su modesta sabiduría y que podrán perdonarme que siga sin entregar un nuevo texto original. Hasta pronto.
"1) Una persona positivista no cree y no tiene miedo.
2) Un creyente religioso cree y no tiene miedo.
3) Un supersticioso cree y tiene miedo.
4) El lector de un relato fantástico no cree y tiene miedo".
* * *
1 comentario:
Yo me uno a quienes te urgen a escribir. Disfruto leyéndote, anque te entiendo.
A mí también, lo sabes, me invade esa lívida galbana que imagino como una mujerzota árabe haciendo la danza de los siete velos y quitándoselos hasta quedarse sin ninguno.
Bueno, cada quien con sus fantasías nerds.
Pero, por otro lado, piensa que cuando ya salga la primera entrega del blog vamos a discutirla en la sala medieval con grandes cantidades de vino con arroz.
Alejandro.
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