26.9.06

Ejercicio de atención #1


Y qué ganas de salir a lo abierto.
Qué ganas de tener cinco años, o cinco años menos, o cinco años menos de tristeza y ansiedad acumuladas.
Y qué ganas de que los deseos y la presión sanguínea no me fallen nunca.
Qué ganas de llenar este silencio neurótico, esta concreción de vacío.
Y qué ganas de poder adherirme a la proclama que reza: "el infierno son lo otros" (pues yo sé que todos ustedes son apenas un purgatorio).
Qué ganas de tener instinto de conversación, y de que éste rindiera encantadores resultados.
Y qué ganas de tener, siempre.
Y qué ganas de ser tan pertinente como una canción.
Qué ganas de no morirme nunca, de no estar hastiado.
Qué ganas de no estar hastiado y vacío.
Y qué ganas de que fueras distinta (y quizás mejor, y quizás yo tener ganas de quedarme contigo).
Y qué ganas de ser terrible y célebre y correcto e importante.
Qué ganas de destruir cosas y ventanas.
Qué ganas de librarme de esta persistente sensación de que las cosas no andan bien, que no han estado bien en mucho tiempo.
Qué ganas de una buena fiebre que fuera como un diluvio compacto.
Qué ganas de noche lloviendo.
Y todos mojándose, y otros pudriéndose.
Y qué ganas de que ese lugar exista, y qué ganas de llegar.
(Aunque todos sabemos: ese lugar existe, pero no llegaremos nunca.)

¿Y qué ganas con todo esto, Romeo?

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